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4 de noviembre de 2012

Alto. Respira. Quieta. Siente. Cree en ti misma.


Coge aire, notas ese nudo en la boca de tu estómago, como si justo en ese punto de la tripa hubiera una gran presión acumulada. Suelta el aire. Te sudan las manos, frías, sin nada en ellas, el nerviosismo recorre tus venas por tenerlas vacías, por no poder agarrarte a nada. Estás sola. Coge aire. ¡Vamos! ¡Tú puedes! Miles de palabras acuden a tu mente, de apoyo, y de miedo, sabes que puedes hacerlo, quieres hacerlo, se lo debes. Pero notas como el miedo se apodera de ti ‘¿y si fallo?’, ‘¿y si me equivoco?’, ‘¿es esto un error?’, pero no, sé fuerte, llevas mucho tiempo esperando esto. Olvida tus miedos, sé valiente. Parpadea. Suelta el aire. Estás de pie, pero no sola. No lo estás, él está delante, esperando una respuesta, tu respuesta. Coge aire. ‘Es increíble recordar porqué eres especial para mí’, piensas. Sí. ¡Sí! Ya ves con más claridad, ¿por qué te complicas? Traga saliva. Da un paso adelante. Son simples palabras pero tan cargadas de sentimiento que se clavan con fuerza en tu corazón. ¿Podrás pronunciarlas? ‘No soy perfecta, ni estoy lista, lo siento si me confundo, lo sentiré mucho’ te susurra algo dentro. Pero es la hora. No le hagas esperar más. Coge aire, humedecete los labios. La presión sube a la garganta. Tienes las palabras en la punta de la lengua. Espira. Te repites ‘bien, allá vamos, suerte’. Alzas la vista. Te está mirando, fijamente, serio, pero sus ojos brillan, sabe lo que tanto te está costando decir. Te conoce bien. Cada latido de tu corazón está ahora acompañado por el suyo. Te sientes más segura. Sientes como su calidez, su mirada y su sonrisa te tranquilizan. Todo a tu alrededor desaparece, nada más es importante, solo él y tú. Vuestro mundo, vuestra vida junta, es vuestro momento. Una tímida sonrisa se extiende por tus labios. ¡Qué nervios! Alza su mano, y te toca suavemente la mejilla, un pequeño roce, una leve caricia en la comisura de tus labios. A pesar de todo. De cada error y de todo el daño que le has hecho, él confía en ti. Ya no dudas. No te equivocas. Siente lo mismo que tú, y eso ya, te llena por dentro. Todo cobra sentido, cada momento, cada palabra, cada gesto, ese primer saludo, jamás habrías imaginado que acabarías en esta situación, ¿no? Pero no, no acaba así, esto, esto solo es el comienzo, y la llave que abre esa puerta son dos palabras, que tienes en tu poder, guardadas como un tesoro. Pero puedes confiar en que él te será un tesoro mejor, su amor. Apenas han pasado 30 segundos desde el comienzo, y ya parece demasiado tiempo. Sudor frió  pero corazón cálido. Llegó el momento, él te hace feliz, y quieres hacerle feliz a él. No puedes prometerme un ‘para siempre’, pero si darle lo mejor que puedas de ti misma. Él se ha comprometido. Resumes todos tus actos y palabras en estas, coges aire, y dices:
-Te amo.


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